arte y espiritualidad

Por Claudia G. Sánchez 18 may, 2024
En el marco del proyecto “Diálogo entre artistas. El hilo de oro”, auspiciado por Perla Guggiana y Claudia G. Sánchez para la promoción del futuro Museo Sánchez Kelly, visitamos el Consulado argentino en Barcelona y asistimos a la exposición del artista de origen argentino Bruno Pagliano presentada por la Cónsul General y Directora del Centro de Promoción Doña Rossana Cecilia Surballe y la Cónsul Adjunta Doña Erika Imhof. En este artículo comentaremos una de las obras sin título perteneciente a la muestra “De amor y dolor” (2024) de Bruno Pagliano en diálogo con “Un sola dirección” de Sánchez Kelly. .Los trazos negros dominan la composición, conformando una especie de laberinto por donde transitar. Las líneas dibujan formas amorfas que van delimitando la mirada e introduciéndonos gradualmente en un paisaje de cierta confusión o con muchos altibajos. Una paleta de colores vivos sobresale frente a la sinuosidad de los perfiles dibujados. Nos hallamos frente a la estampación de un mundo peculiar, donde todo parece perderse para volverse a encontrar, invitándonos a seguir investigando para no dejarnos convencer por la primera impresión. Pagliano enfatiza la importancia de adoptar una postura individual frente a la diversidad de perspectivas que conviven en el universo social, esencial para no perder nuestras propias iniciativas, imprescindibles si no queremos sucumbir en el caos y el tumulto que persiguen dividirnos y sufocarnos. Su obra nos ofrece un mensaje revelador y una advertencia iluminándonos como un faro en la oscuridad. Nos motiva a mantener el enfoque constantemente en lo nuestro como un poderoso talismán que nos acompaña para desentrañar los enigmas que enfrentamos y avanzar resueltamente por el camino que nos corresponde como humanidad, sin cortapisas ni limitaciones impuestas. Una sola dirección de Sánchez Kelly, perteneciente a la última etapa pictórica del artista nos muestra una serie de triángulos superpuestos sobre una base esférica (cd).la multitud de colores invaden la mirada mareando la observación para que nos fijemos en el centro donde un diminuto triángulo naranja rodeado de amarillo, se encuentra impávido ante tanta diversidad de movimientos a su alrededor. Esa sensación al centrarnos en un punto y hacer abstracción de lo demás, nos transporta a una realidad de calma y serenidad donde todo lo que ocurre alrededor parece no tener demasiada importancia. Quizá el artista pretende indicarnos el camino del silencio y la meditación, y de la introspección que tanta falta hace, en un mundo cada vez más cambiante y carente de profundidad que provoca aridez, sensaciones de desagrado y mayor vacío, si cabe. De algún modo, Sánchez Kelly y Pagliano nos transmiten, desde sus diferentes ópticas, una misma conclusión: es preciso abrazarse fuertemente y ser. Obras Bruno Pagliano. Sin titulo de la muestra “De amor y dolor”. Año 2024 Sánchez Kelly. “Una sola dirección”. Década del 2000.
Por Claudia G. Sánchez 12 may, 2024
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Por Claudia G. Sánchez 11 may, 2024
En el marco del proyecto “Diálogo entre artistas. El hilo de oro”, auspiciado por Perla Guggiana y Claudia G. Sánchez para la promoción del futuro Museo Sánchez Kelly, visitamos el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. En este artículo comentaremos la obra titulada “Estudio para el lenguaje de las verticales” (1911) de Frantisek Kupka (1871-1957) en diálogo con “Últimos signos” (2003) de Sánchez Kelly. Estudio para el lenguaje de las verticales nos muestra una serie de líneas verticales y colores diversos que nos transportan a un espacio sin tiempo ni formas definidas. Todo parece difuminado o es la misma realidad que a veces se contrae y nos ofrece resúmenes de vida, como si el tiempo se detuviera y solo nos quedara lo vivido que nos recuerda quiénes somos y hacia dónde vamos: pasajeros temporales en un mundo repleto de símbolos, cuyo regalo consiste en lograr descifrar una y otra vez los significados escondidos para cada individuo y para cada instante, todos diferentes e infinitos. Un paisaje repleto de realismo y materialidad con contenidos diversos nos regala Kupka en esta imagen del año 1911, donde la búsqueda de equilibrio y certezas lo llevan a simplificar hasta lo extremo su ámbito vital. Esta síntesis existencial es un canto y una alabanza a la creación y a todo lo que puede devolvernos si logramos persistir más allá de lo aparente y entregarnos a la búsqueda de lo esencial. Últimos signos del año 2003, también nos ofrece una visión abstracta de la realidad, donde los gruesos trazos negros nos conducen a una especie de filtro desde donde partir para enfocar la atención. La unión de los triángulos y rombos centrales profundizan más si cabe en la dirección definida desde donde Sánchez Kelly pretende conducirnos para que podamos entablar un diálogo más exacto con la realidad y con nosotros mismos, como extensión de la misma. Mas allá de los focos, existe una realidad no definida, representada con tonos claros, que está aún por llegar y que marca decididamente un punto y seguido en el proceso que se está desenvolviendo en el presente, como si el futuro estuviera muy determinado por los aconteceres presentes y fueran un punto de inflexión constante que determina lo que vendrá. Sánchez Kelly parece recalcar que el ser humano ávido de respuestas debe vivir el instante presente, como único punto indispensable para poder continuar su camino de evolución. De lo contrario, puede perderse en la inmensidad de significados sin hallar certezas válidas que le permitan realizar síntesis de vida. Ambos autores en diferentes momentos históricos definen un sendero claro de evolución para la humanidad que pasa inexorablemente por el análisis minucioso del tiempo y la experiencia, canales simplificadores de lo esencial, que es a donde todos debemos dirigirnos. Obras Frantisek Kupka. “Estudio para el lenguaje de las verticales”. Óleo sobre lienzo. Año 1911 Sánchez Kelly. Últimos Signos. Acrílico sobre lienzo. Año 2003
Por Claudia G. Sánchez 28 abr, 2024
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Por Claudia G. Sánchez 20 abr, 2024
En el marco del proyecto “Diálogo entre artistas. El hilo de oro”, auspiciado por Perla Guggiana y Claudia G. Sánchez para la promoción del futuro Museo Sánchez Kelly, visitamos el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y asistimos a la exposición “Picasso 1906. La gran transformación” que tuvo lugar desde el 15 de noviembre de 2023 al 4 de marzo de 2024. En este artículo comentaremos la obra titulada “Desnudo con las manos cruzadas” (1906) de Pablo Picasso en diálogo con “Mujer desnuda” (1969) de Sánchez Kelly. La fragilidad que transmite la figura unida a la monocromía, centran la mirada, sobre todo, en la expresión y en las formas sutiles, en lo que se desprende de un solo vistazo y sin distracciones que disfracen o encubran algo más. La ausencia de detalles que acompañen al retrato permiten una concentración precisa en las líneas, que van conduciendo al espectador hacia un ensimismamiento sosegado, a fin de descubrir pormenores que detallan formas de ser, pensamientos, emociones o sentimientos que están implícitos en el dibujo. El desnudo no solo representa lo externo, también nos introduce en lo interno que determina el carácter aparentemente indescifrable de la protagonista, que de forma contundente llama a la reflexión y nos invita a indagar, más si cabe, en cuestionamientos existenciales acerca de dejarse ver, de exponerse, de abrirse a lo que pueda llegar, sin poner condiciones. Todo un canto a lo imprevisible, al descontrol, a la ausencia de barreras previas que impiden la introspección profunda o la dificultan. Las líneas sinuosas que dibujan las curvas femeninas, llaman la atención en Mujer Desnuda de Sánchez Kelly, dejando entrever grandes espacios blancos en contraste con sombras negras que dan lugar a la imaginación y a una toma de postura, como si el artista quisiera invitar al espectador a que complete la obra. Una especie de llamado de atención se esconde quizá detrás de esa insinuación. El rostro ensimismado pero de mirada desafiante o inquisidora, podría aludir al poder de la sensualidad que atrapa y no facilita la meditación, empujando a una toma de decisión urgente que no deja paso a la recreación. El tiempo y las dudas podrían ser temas ocultos detrás de una estampa de apariencia despreocupada. Picasso con “Desnudo con las manos cruzadas” nos llama la atención sobre la necesaria apertura para entrar en contacto con lo novedoso. Sánchez Kelly con “Mujer desnuda” pone énfasis en lo aparente que a menudo disfraza un mensaje más contundente del que podemos apreciar en un primer momento. Obras Pablo Picasso. Desnudo con las manos cruzadas. Gouache sobre papel. Año 1906 Sánchez Kelly. Mujer desnuda. Tinta sobre cartón 20x70cm. Año 1969
Por Claudia G. Sánchez 24 mar, 2024
En el marco del proyecto “Diálogo entre artistas. El hilo de oro”, auspiciado por Perla Guggiana y Claudia G. Sánchez para la promoción del futuro Museo Sánchez Kelly, visitamos la Fundación Mapfre Sala Recoletos y asistimos a la exposición “Chagall. Un grito de libertad, que se puede visitar desde el 2 de febrero al 5 de mayo de 2024. En este artículo comentaremos la obra titulada “El hombre de la cabeza la revés” (1919) de Marc Chagall en diálogo con “Símbolo rosa” (2006) de Sánchez Kelly. El contraste del blanco sobre el azul, determina en gran medida la observación de “El hombre de la cabeza al revés”. Una silueta contorsionada y desproporcionada se apodera de la escena, dando a la obra un aire irreal, donde el ser humano, a través de su especial postura, parece establecer un límite entre su realidad y la realidad que lo circunda. La imagen nos sumerge en una especie de abismo donde mirar al revés el mundo, nos puede aportar una impresión distinta a lo acostumbrado y situarnos en una perspectiva novedosa de la realidad. La vida entraña una búsqueda constante de sentido que implica al individuo y a su realidad particular, únicamente. Pretender extrapolar esa circunstancia a la globalidad de personas, enturbia y entorpece gravemente el devenir. Solo podemos hallarnos cuando, a través de nuestro prisma personal, encontramos certezas que nos señalen el camino. ¿Navegamos como peces en un mar de realidades que se interconectan unas con otras, creando un gran puzle existencial? “Símbolo rosa” del año 2006 nos muestra a distintas peces que parecen nadar en diferentes direcciones, conformando una especie de red que aparenta no tener sentido preciso. El color rosado del centro suaviza la estampa, permitiendo que nos recreemos en el movimiento que insinúan las líneas o trazos que divagan alrededor. Estamos ante un escenario de múltiples colores que nos invita, de forma plácida, a meditar sobre la singladura no casual que nos conduce a relacionarnos y conformar un cuadro de situación que lentamente nos introduce en nuevas dinámicas de actuación y espacios repletos de contenidos que nos sitúan en círculos de opinión, donde crearemos nuevos desarrollos. Chagall desde “El hombre de la cabeza al revés” pone atención en la necesidad de hallar respuestas novedosas que produzcan cambios sustanciales en el hombre, que lo ayuden a comprender, en mayor profundidad, su existencia. Sánchez Kelly en “Símbolo rosa” nos habla sobre la obligada interrelación existente en la naturaleza donde cada uno es cómplice, sin saberlo, del camino del otro. Obras Marc Chagall. El hombre de la cabeza al revés. Óleo sobre cartón pegado a madera. Año 1919 Sánchez Kelly. Símbolo rosa. Collage sobre cartón. 70x50cm.Año 2006.
Por claudia G. sánchez 19 mar, 2024
En el marco del proyecto “Diálogo entre artistas. El hilo de oro”, auspiciado por Perla Guggiana y Claudia G. Sánchez para la promoción del futuro Museo Sánchez Kelly, visitamos el Espacio cultura CentroCentro del Palacio de Cibeles en Madrid y asistimos a la exposición Monet obras maestras del Musee Marmottan Monet, París (21 de septiembre 2023 - 25 de febrero 2024). En este artículo comentaremos la obra titulada “El tren de la nieve” (1875) de Claude Monet (1840- 1926) en diálogo con “Eclipse- Serie horizonte” (1972) de Sánchez Kelly. El blanco predominante de la nieve, unido al gris del cielo y del humo de la locomotora, inundan “El tren de la nieve”, generando una atmósfera gélida. La imagen parece detenida en el tiempo o congelada, dando la sensación de soledad o aislamiento. Los arboles pelados y las vallas de madera contribuyen a generar una sensación de escasez y de poca alegría, aludiendo quizá a situaciones de injusticia o pobreza. Contrastan con este panorama las luces del tren que, como dos soles, iluminan el camino aportando cierta calidez, que parece resguardar al espectador y apaciguar la preocupación que tanta frialdad puede despertar. La desdibujada presencia humana nos hace desembocar en una visión un poco trágica de la naturaleza, donde lo crudo del invierno parece empujarnos o arrinconarnos impidiendo el movimiento voluntario o dificultando las relaciones sociales. La sensación que se instala observando este paisaje es de abandono, aislamiento y rigidez. El blanco y el gris del centro del cuadro en contraste con el azul oscuro del círculo llaman la atención en primer término, en la obra Eclipse, dando la sensación de un ambiente inhóspito y frio. La diminuta silueta del hombre frente al inmensidad que lo rodea, también nos habla de la soledad y la falta de certezas acerca del mundo donde está asentado, del cual apenas puede ver más que lo superficial o anecdótico. Esa ignorancia lo hace presa de una insondable carencia de recursos, clave para la supervivencia. Todo el cuadro se halla enmarcado en tonos rojizos, que aluden a la urgente necesidad de diagramar una salida real; de lo contario, puede ser atrapado por múltiples factores que ponen en riesgo su permanencia. Las turbulencias que acechan al ser humano son plasmadas en ambos lienzos. Monet y Sánchez Kelly utilizan la escala de grises para introducirnos en la preocupante nebulosa que rodea a la existencia, en un mundo cada vez más competitivo y destructivo, que no atina a hallar claves de continuidad. Obras Claude Monet. El tren de la nieve. Óleo sobre lienzo. 59x78cm. Año 1875. Sánchez Kelly. Eclipse-serie Horizonte. Óleo sobre lienzo. 24x18cm. Año 1972
Por Claudia G. Sánchez 11 mar, 2024
En el marco del proyecto “Diálogo entre artistas. El hilo de oro”, auspiciado por Perla Guggiana y Claudia G. Sánchez para la promoción del futuro Museo Sánchez Kelly, visitamos Caixaforum de Fundación La Caixa en Madrid y asistimos a la exposición Arte y Naturaleza (20 de febrero - 9 de Junio de 2024). En este artículo comentaremos la obra titulada “La mecedora” (1943) de Pablo Picasso (1881- 1973) en diálogo con “Por dentro” (1974) de Sánchez Kelly. El fondo del cuadro, de tonos predominantemente grises que acompañan a la figura principal, la dotan de un aire de desconexión de la realidad o de angustia. La fragmentación de la figura, típica del cubismo, nos induce a situarnos en una perspectiva diferente de lo convencional, donde, al parecer, debemos centrarnos en contemplar partes de un todo tal vez como indicio de que es preciso centrarse más en los detalles que pasan desapercibidos, si los consideramos de un modo total. Las distintas parcelas en las que se presenta dividida la protagonista, representan diferentes estados de conocimiento, de visión o de ánimo que conforman al individuo y que lo acompañan a la largo de su existencia. Pareciera como si Picasso quisiera dejar testimonio de que las apariencias engañan y que, a menudo, lo que nos conforma por dentro, va dejándose entrever de a poco, estimulándonos a ejecutar acciones distintas y permitiéndonos relaciones que nos complementan, según es la necesidad que tenemos de materializar más, unos aspectos que otros. En esa mezcolanza de formas diversas que cada cual posee, se crean otras nuevas, a través de las interrelaciones que establecemos, conformando el gran puzle de la existencia que nos permite hallar certezas acerca de los enigmas que encerramos como seres humanos. En 1974 Sánchez Kelly nos presenta “Por dentro” una obra perteneciente a la serie que hemos denominado “Ciclo de oro del dibujo de Sánchez Kelly”. En ella ilustra los niveles de desarrollo que coexisten simultáneamente en cada individuo. Dichos niveles se interrelacionan de manera perfecta y se plasman en el mundo exterior evidenciándose en la variedad de aspectos que adoptamos. “Por Dentro” nos presenta dos planos: uno superior y otro inferior. En el plano inferior, el artista delinea distintas capas unidas por un camino central simbolizando los diferentes grados de desarrollo que conviven simultáneamente en cada ser humano. La esfera que ocupa el plano superior parece reflejar al hombre y su aspecto externo que, a primera vista, parece homogéneo, pero que, en realidad, esconde los variados niveles internos previamente detallados en la parte baja de la obra. Picasso dirige nuestra visión hacia el amplio espectro de la creación y sus múltiples manifestaciones. Sánchez Kelly incide en el complejo entramado que subyace detrás de lo aparente. Obras Pablo Picasso. La mecedora. Óleo sobre lienzo. Año 1943 Sánchez Kelly. Por dentro. Grafito sobre papel. 38x28 cm. Año 1974
Por Claudia G. Sánchez 03 mar, 2024
En el marco del proyecto “Diálogo entre artistas. El hilo de oro”, auspiciado por Perla Guggiana y Claudia G. Sánchez para la promoción del futuro Museo Sánchez Kelly, visitamos Caixaforum de Fundación La Caixa en Madrid y asistimos a la exposición Arte y Naturaleza (20 de febrero - 9 de Junio de 2024). En este artículo comentaremos la obra titulada “Ubu lV” (1940-1944) de Le Corbusier (Suiza,1887- Francia, 1965) en diálogo con “Datos” (1992) de Sánchez Kelly. Un ensamblaje de formas indefinidas conforma la obra Ubu IV. Los colores van marcando limites que se entrelazan rellenando espacios, sin dejar ubicaciones libres, dando la sensación de ensimismamiento o repliegue de fuerzas, en un intento por fortalecer posiciones. Esta especie de estructura que juega con luces y sombras, embarca al espectador en un viaje hacia lo delimitado que va adquiriendo significado, según se van produciendo adherencias o estableciéndose demarcaciones diferentes. Su autor nos traslada a un espacio sin tiempo, donde pretende que nos enfrentemos de lleno con los dilemas que acucian y, muchas veces, invaden ahogándonos en un sin fin de criterios que se presentan, en una primera impresión como válidos y plausibles, pero que, sin embargo, con el tiempo, es preciso redefinirlos y redefinirse a través de ellos, para seguir una sola senda. Los trazos oscuros inundan la obra Datos del año 1992. En la base se aglutinan formas diversas y líneas que se reparten, sin aparente orden. En la parte superior del dibujo, por el contrario, observamos símbolos que se repiten como siguiendo una pauta u orden determinado. El fondo de color rojizo, nos habla de la tierra, de lo tangible, de lo material. La confusión, el encierro, la poca claridad son algunos de los aspectos que se deprenden del cuadro; así mismo, también la búsqueda de sentido, la necesidad de hallar certezas, el orden. Sánchez Kelly parece plasmar en esta obra las dudas que persiguen al ser humano, encasillado en lo formal o aparente y la urgencia de buscar, detrás de las tinieblas, las certezas que hagan posible un desarrollo armónico y cabal con sentido real. Le Corbusier con Ubu IV nos sitúa en un sustrato de obligada comunión con lo creado, como único camino válido para proseguir el desarrollo al que estamos abocados como especie. Sánchez Kelly con Datos nos llama la atención sobre la necesaria toma de conciencia acerca de nuestra naturaleza y hace hincapié en la limpieza de gestos y el anhelo de luz que haga posible continuar avanzando en la toma de conciencia de nuestra verdadera naturaleza. Obras Le Corbusier. Ubu IV. Óleo sobre Lienzo. Años1940-1944 Sánchez Kelly. Datos. Acrílico sobre papel. 38x31cm. Año 1992
Por Claudia G. Sánchez 24 feb, 2024
En el marco del proyecto “Diálogo entre artistas. El hilo de oro”, auspiciado por Perla Guggiana y Claudia G. Sánchez para la promoción del futuro Museo Sánchez Kelly comentaremos la obra titulada “Mujer con manzana II” (1980) de Sánchez Kelly. En 1980, SÁNCHEZ KELLY pinta Mujer con manzana II. La figura principal, una mujer vestida de rojo, se encuentra frente a numerosas manzanas, pero sostiene una en su mano izquierda, que aparece cortada. A su lado, descansa un libro de tapa roja, posiblemente la Biblia, colocado boca abajo, y un cáliz junto a una ventana sostenida por tres columnas. Los motivos cristianos son patentes en la representación. La manzana, que alude al pecado original; la biblia invertida, que sugiere la pérdida de influencia o de su papel de sustento espiritual junto a tres columnas, símbolo de totalidad, sujetando una ventana abierta que parece ofrecer una vía de escape o marcar un punto de salida. El comportamiento del hombre se ha visto determinado por las creencias, durante siglos. Esa situación es puesta en entredicho en este lienzo, donde el artista parece poner en tela de juicio los valores asentados y nos incita a meditar sobre lo que es verdadero y lo que no lo es, haciendo hincapié en la libertad de elegir o libre albedrio, esencial para encontrar el camino de regreso a la esencia. SÁNCHEZ KELLY, a través de Mujer con manzana II, nos invita a reflexionar sobre las certezas heredadas, instándonos a mantener viva la capacidad de cuestionarnos y dialogar internamente en busca de axiomas que iluminen nuestro transitar. Obra Sánchez Kelly. Mujer con Manzana II. Acrílico sobre lienzo. Año 1980
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